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Siete claves para desmontar discursos de racismo contra las personas refugiadas

A menudo las personas refugiadas son víctimas de racismo y xenofobia cuando llegan al país de acogida, por si no se encontraran ya con suficientes piedras en su camino en forma de guerras, persecuciones, pobreza y las fronteras blindadas de Europa. Estos son algunos prejuicios que tienen que sortear en su proceso de integración.

1. “Acógelos en tu casa”

El derecho de asilo está recogido en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, la Constitución Española y la Ley de asilo, así como el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Dicho reconocimiento implica que se haga garantizando unas condiciones dignas de acogida, entre las que se encuentran recursos especializados como acceso a servicios básicos y el apoyo de profesionales cualificados que puedan ayudarles a rehacer sus vidas. Igual que reclamar una sanidad de calidad no nos obliga a operar, reivindicar el derecho de asilo no puede suponer que debamos asumir una labor de acogida que es competencia del Estado para la que se necesitan trabajadores sociales, psicólogos, abogados, traductores…

 

2. “Se infiltran terroristas”

En los recientes atentados de París, Londres, Niza, Berlín, Bruselas o Barcelona los sospechosos habían nacido en el país donde perpetraron sus atroces ataques. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de atentados los sufre la población de los principales países de origen de solicitantes de asilo, como Somalia, Afganistán, Irak, Siria o Nigeria. Las personas de esos países no solo tienen que huir de interminables conflictos, sino también que se les identifique con los terroristas que precisamente les obligan a abandonarlo todo.

 

 


 

3. “Que los acojan los de su propia cultura”

Los principales países de acogida son los vecinos a zonas en conflicto y de mayoría musulmana. Actualmente, en Turquía hay más de 3 millones de personas que han huido de la guerra de Siria. En un país como Líbano, de apenas 6 millones de habitantes, hay más de un millón de personas refugiadas. De hecho, en la lista de los diez principales países de acogida, solo hay un país europeo, Alemania, y ocupa el 8º puesto. En esta lista de refugio también destaca el esfuerzo de países como Uganda o Jordania.

El 86% de la población refugiada se concentra en países empobrecidos y se da la circunstancia que algunos países en guerra reciben a personas que a su vez están huyendo de otros conflictos, como pasa en Yemen con personas que huyen de Somalia y Eritrea, o en Libia de Nigeria y Malí, entre otras nacionalidades. No obstante, estos países no tienen capacidad, ni en ocasiones la voluntad para respetar sus derechos fundamentales. Actualmente, Europa está tratando de externalizar sus fronteras y está dejando atrapadas a miles de personas en países donde no se les garantizan derechos humanos y organizaciones humanitarias denuncian malos tratos y condiciones equiparables a la esclavitud.

 

4. “No podemos acoger a más”

Los países europeos recibieron poco más de un millón de solicitudes de asilo en 2016, mientras se vive el mayor éxodo de personas desde la II Guerra Mundial, tal y como ha destacado la propia ONU. La población de Europa es de más de 500 millones de personas, es decir, que solo 1 de cada 500 sería refugiado y en muchas ocasiones sus solicitudes de asilo son rechazadas.

Además, solo fueron capaces de cumplir en dos años con el 25% de sus compromisos de mínimos (182.000 entre reubicaciones y reasentamientos), que debían servir para desbloquear la situación de las personas atrapadas en Grecia, Italia y terceros países vecinos a zonas en conflicto. El caso de España es aún más preocupante, ya que solo ha cumplido con el 15% de los 17.337 comprometidos. Si se repartieran entre todas las provincias, serían menos de 350 por cada una de ellas: 1 persona por cada 2.680 que vive en España. En 2016, nuestro país solo recibió 1,3% de las solicitudes de asilo del conjunto de la UE.

Por último, las ayudas que reciben las personas refugiadas una vez admitida su solicitud están limitadas en el tiempo (de 6 a 9 meses en un centro de acogida y dos años máximo de acompañamiento) y encaminadas a favorecer su autonomía lo antes posible.

 

 

5. “Nadie les manda a arriesgar su vida”

Ojalá esto fuera verdad, pero la realidad es que cada día hay más motivos para huir debido a guerras, persecuciones y violencia. Conflictos interminables como el de Siria, Afganistán, Irak, Yemen, Ucrania, Somalia, Eritrea, Congo, Nigeria, Sudán del Sur, República Centroafricana o Colombia. Limpiezas étnicas sin precedentes desde la guerra Ruanda, como la que sufren hoy día los rohingya en Myanmar, que ha provocado la huida de cerca de un millón de personas en los últimos meses a Bangladesh. Personas obligadas a huir por pensar diferente de Honduras, Turquía, Venezuela o China, entre otros países. Persecuciones por orientación sexual e identidad de género, o por el mero hecho de ser mujer. Y un número desconocido de personas que huyen de grupos criminales como maras, narcotraficantes, o redes de trata sexual y laboral, entre otras, dibujan un mapa desolador de más de 65,3 millones de personas desplazadas forzosas de sus hogares.

 

6. “¿Qué culpa tendrán los países europeos?”

La exportación de armas de los países europeos a zonas en conflicto no se ha detenido en ningún momento. Alemania, Italia, Reino Unido o Francia, entre otras, han exportado armas a Siria antes y durante la guerra, según el último informe del Centre Delàs. Además, en numerosas ocasiones los países occidentales anteponen sus intereses a los derechos y han apoyado a regímenes dictatoriales o a bandos específicos en el transcurso de guerras.

 

7. “Que vengan, pero legalmente”

Ningún ser humano es ilegal: no tener autorización de residencia supone una irregularidad administrativa y nunca un delito. Además, todos los países europeos están en la obligación de facilitar el acceso a solicitar asilo para regularizar su situación. Lamentablemente, no hay vías seguras para que las personas obligadas a huir de sus hogares puedan hacerlo legalmente, sin tener que arriesgar sus vidas en el intento y cruzar fronteras de forma irregular. Esto se podría solucionar si hubiera voluntad política de los países occidentales, a través de visados humanitarios, acceso a solicitar asilo en embajadas y consulados o programas permanentes de reasentamiento. Por este motivo, una de nuestras principales reivindicaciones a España y los países europeos es que habiliten vías legales y seguras urgentemente. Como dice la escritora somalí Warsan Shire:

Alba Soler

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